Las desilusiones, el dolor y las ofensas que muchos cristianos experimentan en relación a su fe, a menudo son el resultado de una perspectiva equivocada sobre lo que realmente es la esfera de la fe. Muchos quedan tan desilusionados que no logran recuperarse en su caminar con Cristo. Comentarios como: «¡Pero yo estaba creyendo!» «Pero yo oré y creí». O, «Hice todo lo que me dijeron que debía hacer». Son frases que se escuchan con frecuencia.
¿Cómo sé si estoy viviendo en fe?
Vivir en fe va mucho más allá de creer en ciertas verdades o seguir prácticas religiosas. La fe, en su esencia, es una convicción interna, un descanso profundo en la obra terminada de Cristo, y un estilo de vida que refleja confianza en Dios Padre más que en nuestras propias habilidades o esfuerzos. Si te preguntas cómo saber si realmente estás viviendo en fe, aquí tienes algunas señales clave para identificarlo:
Tu fe no es solo conocimiento, es relación
Una señal de que estás viviendo en fe es que tu relación con Cristo va más allá de lo intelectual. La fe no es solo conocer de Dios, sino conocer a Dios. Efesios 1:17-19, nos muestra que la fe es revelada a través de una relación íntima y profunda con Cristo. Si tu fe te lleva a una comunión creciente con Él y no se queda solo en conceptos o creencias, es una evidencia de que estás caminando en la esfera de la fe.
Sientes una persuasión interna y profunda
La fe no se trata simplemente de obedecer reglas o cumplir mandamientos, sino de una convicción interna que surge de la verdad revelada en tu corazón. Gálatas 5:6, nos enseña que la fe es activada y efectiva por el amor. Cuando tu fe está energizada por el amor de Dios, y no por el miedo o la obligación, entonces estás experimentando una fe que transforma tu vida desde dentro.
Vives desde tu identidad en Cristo
Saber quién eres en Cristo es el eje para vivir en fe. La justificación en Cristo significa que ya no vivimos como «pecadores salvados por gracia», sino como «hijos justos de Dios», plenamente aceptados. Si tu identidad está arraigada en lo que Cristo hizo por ti, y no en tus propios esfuerzos o errores, entonces estás viviendo en la realidad de la fe. Hebreos 3:16-19, nos muestra que la incredulidad nos impide entrar en el reposo de Dios. Si te ves a ti mismo como alguien que ya ha sido justificado y vive desde esa posición de gracia, estás viviendo en fe.
Experimentas el reposo de Dios
Tu fe no está basada en tus obras. La esfera de la fe no se trata de hacer esfuerzos propios para alcanzar un nivel de fe que nos permita obtener los resultados que deseamos, como sanidad, milagros o la vivencia plena de ser hijos de Dios. En Lucas 17:5-10, los discípulos le piden a Jesús que aumente su fe, pero Él les dice que con la fe de un grano de mostaza basta para experimentar cosas asombrosas. La fe es plena confianza en la persona de Cristo, no en el esfuerzo de tus obras, como cuánto has orado, cuántas veces has declarado o si has cumplido con los compromisos como un buen cristiano.
Un aspecto crucial de vivir en fe es encontrar reposo en Cristo. Esto no significa inactividad, sino una profunda confianza en Su obra terminada. Hebreos 4:1-3, explica que aquellos que creen, entran en su reposo. Si eres capaz de dejar de esforzarte por ganar el favor de Dios o por resolver las cosas con tus propias fuerzas, y confías en su amor incondicional y provisión, entonces estás viviendo en el descanso de la fe. Este reposo es una de las manifestaciones más claras de que realmente estás viviendo en la esfera de la fe.
Tu enfoque está en Cristo, no en los resultados
Cuando vives en fe, tu enfoque ya no está en lo que puedes obtener de Dios, sino en vivir una vida centrada en Él. Si tu fe solo está orientada a obtener bendiciones materiales o logros, puede ser una señal de que no estás viviendo plenamente en la esfera de la fe, sino más bien utilizando la fe como una herramienta para tu propio beneficio externo en lugar de una vivencia. La verdadera fe se enfoca en la relación con Cristo, no en los resultados. Romanos 1:17, dice que «el justo vivirá por fe», lo que significa que nuestra vida entera, decisiones y perspectivas, están moldeadas por una continua confianza en Dios.
Te acercas a Dios con confianza, aun en tu debilidad
Una señal poderosa de que estás viviendo en fe es que te acercas a Dios con audacia, incluso cuando te sientes débil, frágil, o cuando has fallado. Hebreos 4:14-16, nos enseñana que podemos acercarnos al trono de la gracia con confianza para recibir misericordia y gracia en nuestro tiempo de necesidad. Si en lugar de esconderte o sentirte indigno cuando fallas, te acercas a Dios confiando en su amor y gracia, entonces estás viviendo en la esfera de la fe. La fe te permite acercarte a Él, no porque te sientas fuerte espiritualmente, sino porque su gracia es suficiente para ti, librándote de la condenación y el temor al juicio.
Hay una transformación interna, no solo externa
Finalmente, cuando estás viviendo en fe, la transformación que experimentas es profunda y genuina. No se trata de cambiar tu comportamiento externo por obligación, sino de una transformación que ocurre desde lo más profundo de tu ser. La fe nos cambia desde adentro, moldeando no solo lo que hacemos, sino quiénes somos, llevándonos a una expresión cada vez más pura de nuestra identidad en Cristo. Hebreos 4:8-12, nos recuerda que el reposo de Dios está disponible para aquellos que creen. Si ves que tu vida está siendo transformada internamente, y no simplemente a través de reglas o normas externas, entonces estás viviendo en la esfera de la fe.
Vivir en fe no se trata de creer en Dios o de realizar ciertas acciones religiosas. Se trata de descansar en su amor, vivir desde la identidad que tenemos en Cristo, y caminar en esa relación íntima con Él. Si tu vida está marcada por una confianza creciente en Dios, un descanso en su obra terminada, y una transformación interna que va más allá de los resultados externos, entonces puedes estar seguro de que estás viviendo en la esfera de la fe.
¿Cómo sé si estoy viviendo en la esfera de la fe? CONFIANZA ABSOLUTA en CRISTO y solo EN Cristo.
Autora: Apóstol Kimberly Angulo