“Porque Cristo es nuestra paz”. Efesios 2:14, NVI.
Cristo es nuestra paz. La paz no es algo, ni un estado, es alguien: Cristo. No se trata de una emoción ni una realidad donde todo está resuelto, ni depende de situaciones externas. La paz es parte de nuestra naturaleza interna e inconmovible. No es ausencia de circunstancias, sino el conocimiento de los diseños de Dios y la certeza de que todo colaborará con su propósito eterno en Cristo.
Los padres están llamados a ser referentes y transmisores de, para sus generaciones.
Los hijos deben ver a los padres como quienes los guían a crecer en un diseño.
Sin entendimiento del diseño de Dios para la familia, y sin compromiso con su propósito eterno, terminamos mirando lo temporal y mirándonos a nosotros mismos en actitudes de nuestro propio parecer. Si no comprendemos el diseño de Dios para nuestra familia, otros formarán ese diseño en nuestros hijos.
La paz de Dios es un estado gubernamental en nuestro espíritu, es Cristo en nosotros, guiándonos hacia su propósito eterno. Cristo es nuestra paz, es vida, no un sentimiento.
LA PAZ ES NUESTRA VIDA: CRISTO EN NOSOTROS. Desde nuestra unión con Cristo, nos transformamos en nuevas criaturas. Por eso nos debe quedar claro que el Reino no tiene paz, sino que es paz.
Cada área de la vida humana está guiada por la justicia propia y la conciencia del bien y del mal. Por eso, podemos concluir con certeza que la humanidad sin Dios siempre estará atrapada en enemistad, enojo y rivalidad. En Cristo, en cambio, encontramos la reconciliación, la paz, la verdad y la vida.
Juan 14:27: «Les dejo un regalo: paz en la mente y en el corazón. Y la paz que yo doy es un regalo que el mundo no puede dar. Así que no se angustien ni tengan miedo.» Caminando desde este regalo como hijos que manifestamos este fruto, nuestro hogar es la clave para ejercer este regalo y edificarnos en esta verdad.
Trabajemos como familia para que se nos defina como hombres y mujeres de paz. Seamos familias de paz.