En la película «Avatar», los protagonistas utilizaban la frase «te veo». Si viste la película, recordarás que el ser humano «Jake Sully» era un marino parapléjico que fusionó con su avatar un cuerpo artificial de los «Na´vi», una especie humanoide de otro mundo y termina enamorándose de la princesa de los Na´vi´. Solían decirse «te veo», una manera de transmitir «te amo» y/o «veo tu alma». Aunque no soy fan de las películas de ciencia ficción, ese término en la película tiene un doble significado. En primer lugar, la princesa estaba viendo un cuerpo artificial, un avatar habitado por un ser humano. Al decir «te veo», no solo transmitía su amor, sino también su capacidad de ver más allá para reconocer la persona que habitaba allí.
En el mundo actual, con las relaciones personales cada vez menos frecuentes y las comunicaciones, negocios y representación también realizándose a través de avatares en las redes, es importante mantener la capacidad de «ver» a quienes nos rodean, no solo a las personas con las que convivimos o tratamos a diario, sino también a aquellas personas desconocidas que vemos pasar por la vida todos los días. Poder decir «te veo», implica lograr captar más profundamente lo que está sucediendo en sus vidas.
En nuestra visión como Iglesia, tenemos una profunda herramienta que debe ser utilizada para decir «te veo»: los encuentros de amistad. En ellos logramos seguir fomentando y desarrollando relaciones personales, físicas, sanas y fuertes que edifican. Es donde nuestro compromiso de ser el amor y la luz que somos puede comunicarse no solo con palabras, sino también en hechos concretos diciendo verdaderamente «te veo», es decir, podemos expresar que reconocemos tu importancia y valor más allá de lo superficial, te amamos y nos interesas.
Con la influencia de vivir desconectándonos de nuestro entorno, la determinación de vivir conectados debe ser doblemente una prioridad. Todos sabemos lo que es estar físicamente presentes en un lugar y nuestra mente ausente. Hemos experimentado esos «lapsos» cuando estuvimos conversando con alguien durante el día, pero después, al traer a la memoria ese momento, no recordamos de qué hablamos. Estamos frente al peligro de la abstracción. Podemos formar parte de una congregación o un encuentro de amistad y nunca tener sentido de pertenencia, amistades de las que no cuidamos, o realmente no nos interesan.
La aisalmiento está creciendo en la sociedad, tanto en el núcleo más básico como la familia, el círculo de amistades íntimas, así como en las empresas donde trabajamos. La abstracción es la tendencia de separarse o distanciarse emocional o mentalmente de detalles específicos en una situación o relación. En un contexto, puede ser útil para reflexionar o lograr tener una perspectiva más objetiva, pero en el contexto de las relaciones es peligroso, porque la desconexión hace que uno cumpla con las acciones sin el compromiso emocional y la responsabilidad moral del cuidado mutuo.
El diseño de Dios para el ser humano lo sitúa como un ser social. De una u otra forma, todos necesitamos ser parte de una comunidad saludable donde recibamos amor y cuidado, y a su vez asumimos una actitud responsable para dar lo mismo a otros. El encuentro de amistad es un espacio donde el «te veo» es un cuidado imprescindible. No podemos reducirnos a vivir de manera abstracta, desconectando nuestras emociones y compromiso con los demás. Nuestro «te veo» es nuestra esencia de amor diciendo: «estoy viendo más allá de lo superficial, interesándome por tu vida. Te veo y me interesas».
Cuando consideras a las personas en tu vida, ¿le estás comunicando a cada una de ellas «te veo»? ¿Tu inversión de tiempo con los demás, tus conversaciones, tu compromiso en los diferentes aspectos de la vida como la familia, el trabajo e iglesia reflejan la verdad de «te veo»? ¿Te has desconectado de personas o comunidades para volverte abstracto? La abstracción tiende a volverse egocéntrica y ocuparse solo de uno mismo, algo totalmente contrario a tu esencia como hijo de Dios. Seamos más conscientes de conectarnos con los que nos rodean para «ver», y ser personas presenciales, comprometidas e interesadas en los demás. Vivamos de manera presencial en un mundo virtual. Tu «te veo» puede salvar la vida de alguien.