Génesis 1:26.
Fuimos hechos a imagen y semejanza de Dios, esto significa que en cada uno de nosotros hay un poder creativo, de la misma manera que el Padre tuvo la iniciativa de imaginar, decir y proyectar nosotros como familia, también podemos en este tiempo imaginar, hablar y manifestar con una visión clara en nuestro corazón.
Nuestra imaginación (como hijos y hermanos de Cristo) tiene una seguridad que es Cristo y lo que Él hizo en la cruz, su creencia en nosotros nos permite mantener firme nuestra visión (fundamentada en algo que no es ilusorio). La visión está tan segura como los valores que la sostienen.
¿Cómo te imaginas la abundancia del Padre? ¿Cómo la resumimos en una sola palabra? La abundancia no es algo que existe en una estantería y tenemos que ir a buscarlo (obras). La realidad es que la abundancia (provisión) está resumida en una sola palabra que es identidad, nuestra identidad en Cristo nos hace manifestar lo que imaginamos y el poder de creación para manifestarlo en nuestra vida y entorno. Identidad es el punto de partida para empezar a ver lo que no se ha visto y manifestado. Por eso es importante lo que pensamos de nosotros mismos y saber quiénes somos en Cristo.
Cuando sabemos quiénes somos, ejercemos responsabilidad de nuestra identidad.
(1 de Reyes 18 y 19), en capítulo 18 vemos como Elías estaba seguro en su identidad y en quién era su Dios, confiaba en la visión que el Padre le había dado y por eso desafió a los profetas de Baal y los venció. Elías tenía el corazón del Padre y lo manifestaba, sabía a quién representaba. El Rey Acab quería matar a Elías (último profeta que quedaba vivo) y Elías lo sabía, pero no tuvo temor hasta que en el cap. 19:3 (de 1 de Reyes) recibió un mensaje de Jezabel amenazándolo de muerte.
Entonces Elías huye y se esconde, suelta la visión y también deja a su siervo (sin visión no hay legado).
¿Les ha pasado como a Elías de entrar en temor por alguna situación que tienen que
enfrentar (ejemplo: por noticias negativas o por la escasez, enfermedad, etc.) cómo respondieron?
¿Han seguido arraigados a su identidad y visión o la han soltado? ¿Qué decisiones han tomado y qué legado están dejando?
A veces planificamos una visión como iglesia, apuntamos a vivir fruto, trazamos una línea perfecta (lo que creemos o imaginamos que debería pasar) pero luego tomamos una curva (lo que pasa en realidad) y esto nos lleva a un abismo de desilusión que nos corre de quienes somos.
¿Cómo hacemos para salir del abismo de la desilusión? No hay una manera natural para salir de ese lugar, solo en Cristo, desde quienes somos empezamos a entender que pertenecer al cuerpo de Cristo nos da la fuerza, la visión y la manera de cambiar esa curva y sobrepasar lo que habíamos planificado.
Cuando dejamos de “Ser” abrimos la puerta a la incredulidad y nos volvemos vulnerables, culpamos a otros, perdemos pasión.
Visión está en nuestro corazón, por eso es importante guardar nuestro corazón (identidad), representamos al Padre dónde estamos y esto tiene que ver con una relación con Cristo. Visión es traer el futuro al presente y lo hacemos creyendo quienes somos, con un corazón limpio (sin división).
