En la vida que nos fue impartida está la inteligencia de Dios mismo. En ella hay una naturaleza inteligente, hay vida. Así, podemos entender que la Vida que portamos, por ser espiritual y eterna, y por ser la sustancia misma de Dios, es una vida altamente inteligente. Portamos la genética del primogénito, Cristo.
«Y el testimonio es este: que Dios nos ha dado vida eterna, y esa vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo, tiene la vida». 1 Juan 5:11-12, NVI
Cristo, quien es la Vida, fue impartido a nosotros y ahora es Él nuestra vida. Es Dios mismo viviendo en nosotros por el Espíritu Santo. Somos nueva creación, participantes de la naturaleza divina. Él puso en nosotros la vida, junto con la habilidad para vivir esa vida.
«He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.» Gálatas 2:20, NVI.
Nuestra tarea como familia es firmar la vida de Cristo. Una de las cosas más importantes para establecer vínculos saludables, entre los miembros de nuestras familias, es que los vínculos dejan de ser dependientes y pasan a ser interdependientes por causa del Propósito Eterno. El plan es manifestar la plenitud que somos.
Como familias inteligentes que somos, es importante trabajar con hábitos saludables:
- Disponibilidad: tiempo de calidad
- Motivación: aliento mutuo. La motivación mueve a una persona, la pone en acción o la hace cambiar un recorrido. Lleva a una elección, instiga, hace iniciar un comportamiento en una dirección y asegura la persistencia para determinado propósito.
- Organización: disciplina y orden: Si el hogar debe ser el lugar más atractivo del mundo, la limpieza, el aseo y el orden son indispensables en la formación de los hábitos de cada miembro de la familia.
- Perdón: disposición para ofrecer y recibir perdón el tema del perdón no debe estar presente solo en una oración, muchas veces repetida automáticamente. Debe permear, en primer lugar, nuestras relaciones con cada miembro de la familia. El perdón abre camino para la cura y la reconciliación de las relaciones.
- Comunicación: disposición para dialogar. Cuando se dirigen elogios, palabras lindas a hijos, madres, padres y amigos en alguna red social, se espera que las personas allí homenajeadas hayan también recibido estas declaraciones, de lo contrario no tiene ningún sentido. De nada nos beneficia vivir bajo el mismo techo si no hay diálogo, un intercambio de sentimientos y experiencias de vida. El diálogo es una terapia. Permite saber lo que el otro está pensando y sintiendo. Es la mejor forma de resolver desentendidos o de ofrecer alguna aclaración.
- Servicio: disposición para colaborar. Cuando la familia se une para realizar alguna cosa juntos, sea preparar comida, hacer huerta, limpiar un patio, ayudar a alguien, algo increíble se fortalece: el espíritu de equipo y la unión en busca de un objetivo.
Usted puede ampliar esta lista en su hogar o también construir una nueva a partir de ideas de su propia familia. Pida ayuda a cada miembro, valore cada idea. Al final, coloque en ella el nombre de su familia y encuádrela en un lugar visible para trabajarlo entre todos y motivarse diariamente.
Seamos familias inteligentes, que manifestamos quienes somos…