Hace un tiempo entendí algo que ha impactado mi vida y ha traído muchas respuestas.
He conocido mucha gente (incluso yo misma) que decía: “Estoy orando por esto…”, pero pasaba el tiempo, incluso años, y no se manifestaba aquello por lo que oraba.
Hay gente que se muere orando por cosas y nunca ve el fruto de esa oración.
¿Quieres saber por qué?
Hay tres cosas que son muy importantes.
Veamos:
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Puedo estar orando por algo que no esté alineado a la voluntad del Padre.
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Puedo estar orando lo correcto, pero en mi corazón creer otra cosa.
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No fuimos diseñados para vivir por oración, sino por fe.
Fe: creencia fuerte.
O sea, que cada persona vive por lo que cree.
La Palabra dice: “El justo vive por su fe”, porque en sí, ya toda la humanidad es justa, ya que Cristo nos justificó.
Por eso hay muchas personas que viven mal, porque creen mal.
Cuando creemos mentiras, eso es lo que vivimos.
Ahora tú puedes decirme: “¿Entonces no hay que orar?”
¡Por supuesto que sí! La oración es lo que nos lleva a vivir una vida en común unión con el Padre; nos lleva a vivir esa unidad que nos hace vivir como Él.
Pero la Palabra no dice que viviremos por lo que oramos, sino por lo que creemos.
Muchas veces oramos lo correcto, lo que está alineado a la voluntad del Padre, pero en nuestro corazón hay un creer diferente.
Por eso, no es lo que sé, sino lo que creo.
Yo oré mucho tiempo por algo que sabía que era la voluntad del Padre, pero en mi corazón había temor; creí más lo que veía, oía y sentía que la verdad, y eso me llevó a no vivir lo que ya estaba establecido.
No permitas que los cinco sentidos te roben de creer en tu corazón la verdad que está por encima de la realidad que estás viviendo.
El temor nos lleva a creer incorrectamente y, por lo tanto, a vivir fracaso y frustración.
Tiene que haber una congruencia entre lo que hablo y lo que creo.
La Palabra dice: “Creí, por lo cual hablé”.
Por eso es tan importante lo que creemos.
¿Qué estás creyendo en este tiempo?
No dejes que la realidad que, por ahí, estás viviendo hoy —que es temporal— te robe de creer y vivir lo eterno.
No permitas que el temor y la duda te roben el enfoque de la verdad.
Vive por tu fe en lo verdadero, en lo eterno.