LIDERAZGO (en una) CULTURA DE REINO

¿Qué marca la diferencia y manifiesta transformación en nuestro entorno? ¿Y en mí? ¿Es la visión, es la palabra, es mi talento?

El éxito dentro de la visión no alcanza con saber moverme en las partes del encuentro, en la calidad de la estructura o en una agenda ministerial sumamente ocupada. Cumplir o hacer no es suficiente.

Es importante entender que detrás de una visión hay algo que marca la diferencia y tiene que ver con la cultura en el corazón de cada líder. La cultura se sostiene e impacta la vida, la destreza de cada miembro de la familia espiritual y tiene que ver con los valores, principios y prioridades. Para captar lo que significa “disfrutar la cultura del reino”, hay que disfrutar leyendo el liderazgo de nuestro Señor.

Cuando Jesús comenzó a transitar en la tierra, su mensaje al mundo fue “primero el reino”, es decir, que fue un mensaje universal, no solo para los judíos, para los cristianos, los musulmanes, creyentes y no creyentes. No fue un mensaje religioso lleno de estructuras y prohibiciones,  sino un estilo de vida que nos lleva a vivir y cumplir nuestro propósito aquí en la tierra.

Todo lo que había hasta ese momento como cultura entre los que se decían seguidores de la palabra, eran normas, doctrinas, restricciones y juicios; todo esto debido a querer suplantar, llenar y aliviar la ausencia del amor incondicional del Padre. Amor que era desconocido para ellos desde el pecado de Adán y Eva. Un líder del reino se basa y tiene como fundamento y esencia el amor de Papá. Entiende que no tiene que ver con destrezas o virtudes personales o aprendidas en este mundo, sino con ser amor.

La eficacia empieza con reconocimiento personal, con liderar  nuestra propia vida, con gobernar nuestro metro cuadrado, porque sabemos que la única manera de transformar nuestro entorno empieza con transformar nuestra vida en intimidad. Cuanto más queremos ir hacia afuera con nuestro liderazgo, más profundo y hacia adentro tenemos que ir en vivencia con el Padre.

El amor establece su identidad, da a conocer el don para dar solución y respuestas a esta sociedad. Podemos ser líderes de influencia, con servicio activo, con cualidades que dan a conocer nuestra generosidad a favor de los demás, con gran oratoria y disposición pero nada de esto es efectivo si no hay amor manifestado en cada una de nuestras decisiones y pensamientos (1 Corintios 13) Entonces, si somos el amor de Dios, somos líderes que amamos sin condiciones. Quien no entiende este principio tampoco entiende lo que puede hacer y lo que puede dar.

Ese amor de otra esfera demuestra  quién es Dios Padre y quién soy en Él. Por lo que establecemos que un liderazgo eficaz nace desde una identidad correcta, desde una vivencia en otra esfera. Su corazón está lleno de los valores del reino y están conectados al árbol de la vida y no al árbol  del conocimiento del bien y del mal. Su servicio es consecuencia de estar en una posición correcta delante de Dios Padre, y desde un corazón humilde y  posicionado;  su servicio crece y transforma ambientes.

La pregunta que nos hacemos es: ¿Alcanza con los valores enseñados en casa desde pequeños? ¿Es importante el país donde vivo? ¿La reputación de mi familia? ¿Influye mi posición social? ¿Mi economía? ¿Creemos que todas estas respuestas son vitales para vivir como un ciudadano del reino?

Cada uno de estos factores son influyentes en la formación de la cultura de una persona, pero no son determinantes ni tampoco imprescindibles para desarrollar el ambiente de reino en nuestro corazón. Es prioridad saber qué pasa en el corazón de cada líder. ¿Qué cultura es la que reina en su interior? Te pregunto: ¿Cuál es la cultura que reina en tu corazón?

La cultura de reino está impresa en el carácter de la persona; es la esencia y determina cómo va a afrontar las dificultades y las adversidades. Tiene que ver con su manera de dar respuesta, de dar frutos. Afecta directamente a sus resultados. Tiene que haber una transformación personal en cada ciudadano para cambiar la cultura reinante, entendiendo que cambiar no significa mezclar una cultura natural con la del reino de Dios.

Cambiar es una decisión y es el primer paso a la transformación de nuestras vidas (permanecer en los cambios). Clave para transformar nuestra cultura es entender que nacimos en un sistema caído, diseñado por el hombre bajo sus valores y pareceres con el fin de justificar  la ausencia del amor del Padre, por lo que debemos ser radicales en nuestra decisión: lo bueno no es lo correcto, hoy decidimos no defender los valores de este mundo (principios, valores, creencias, hábitos). Al tomar esta decisión se revela en nuestro corazón que el Padre no vino a salvarnos de este mundo, sino a trasladarnos a vivir en su mundo (un sistema conformado por valores, principios, prioridades). Colosenses 1:13.

Un líder que vive en y desde el reino, es un líder que toma ventaja sobre el mundo y lo hace influyente con la gente. En resumen, es la respuesta a las preguntas de su entorno. La razón es que el fundamento para nuestro ejercicio de la autoridad de Dios, es estar en una relación con él bajo su gobierno.

Podemos decir que ese líder está:

  • En sumisión al rey (posición correcta, por lo que el rey está obligado a protegerlo, suplirlo, velar por sus intereses).
  • Su posición y sumisión establece autoridad sobre el ambiente espiritual trayendo la manifestación de la realidad de Dios.

El reino está por encima de las estrategias y formas. Les quiero dejar un ejemplo: Si tomamos la mejor estrategia, los mejores planes, las mejores formas y los metemos en un equipo donde gobierna una cultura de desconfianza, de descontento, ¿cuál será el resultado? Lo que sería un fruto maravilloso se convierte en una idea sin resultados. Ahora, una estrategia más o menos buena, pero la ponemos sobre la mesa de un equipo donde la cultura es la de reino, cultura de confianza, de compromiso, de honra, de servicio, de esfuerzo, por la esencia de los miembros, esa idea indefensa se multiplica y la potencia para impactar el mundo.

Otro ejemplo: La cultura es como un caldo de cultivo. En un estudio realizado se pudo apreciar que, de acuerdo a lo que hay en el ambiente, la humedad, los ácidos, alimentos, algunos animales crecían y otros no. El ambiente de tu corazón es lo que permite dar vida o muerte a tu entorno, lo vemos en el pasaje de Mateo 5:8  “Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios”; por lo que podemos acordar que la pureza en el corazón del líder es esencial para la vida abundante del reino y su expansión.

¿Qué valores o principios está dando a luz mi familia, encuentro, liderazgo? ¿Qué cultura está emergiendo desde nuestras decisiones? ¿Puedo ver y oír el valor de  respetar, establecer conversaciones saludables, la honra como mi moneda de intercambio con el mundo?

 

Virtudes y hábitos para liderar:

  • Hay presencia de Dios.
  • Una relación con Papá.
  • Una comunión con Dios
  • Libertad para obedecer la verdad,
  • La fe, el perdón y la obediencia son los ingredientes necesarios para un medio ambiente ideal.

La responsabilidad de demostrar valores del reino es de cada uno de los líderes, de cada uno de los hijos de la familia, y no es dentro de un edificio “iglesia“, sino donde nosotros estamos, es decir que el mandato de manifestar el cielo en la tierra es de todos. No se trata de hablar de “la cultura del reino” o querer la cultura del reino porque es lo correcto o porque es una cultura de honra y servicio.  Debemos verla como la oportunidad de lograr establecer la vida del Padre en la tierra. Es el camino que manifiesta SU mundo en este mundo.

Podemos preguntarnos: ¿Qué frutos quiero? Pero la respuesta con instrucción a eso está en la siguiente pregunta: ¿Qué cultura necesito?  No necesitamos preguntar a las personas qué valores tienen, solo mirar cómo actúan, cómo tratan a los demás y cómo se aman a sí mismos. La cultura es nuestro comportamiento de valores en acción. No es lo que decimos que tenemos, sino cómo vivimos y actuamos. ¿Cuáles son los valores que tenemos que establecer? ¿Cuáles son los que tenemos que cambiar?

La cultura no se administra ni se controla. La cultura se lidera porque las personas se lideran, es decir, que mis decisiones hacen posible la expansión del reino. Los recursos se administran, pero los hijos son la cultura de reino. Debemos mantener la palabra en nuestros labios para crear una atmósfera acorde para la manifestación del cielo. Un ambiente equivocado nace de un hablar equivocado por lo que destruye el potencial.

Hoy es el tiempo de dejar el ambiente, valores, normas y prioridades equivocadas. Hoy es el día de hacernos responsables frente al privilegio que tenemos de ensanchar su Reino, nuestro reino, primero en nosotros y luego a través de nosotros. Tú eres un líder de tu mundo. ¿Me veo como un líder? ¿Soy un líder?  Los líderes no solo son aquellos que se ven, los que tienen un título o los que son nombrados. Líderes son todos los hijos  que son parte de la familia; son todos los que gobiernan su ambiente interior e imparten reino en su entorno.

Los líderes del reino han ensanchado su corazón al punto de entregar su vida al servicio de los demás, despojándose de todo lo que puede ser un límite para ellos. Ellos entienden que no hay gente arriba, ni gente abajo; personas más importantes o menos importantes, ni grandes  problemas o pequeños problemas sino un horizonte de oportunidades. Ellos pueden ver el oro en cada vida y lo mejor en cada situación o circunstancia,  y es porque no se guían por sus ojos naturales, sino que  se guían desde su corazón rebosante de amor.  Todo es posible cuando lideramos desde nuestro corazón y valores del reino.

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