Formando una Visión Personal

Cuando se habla de una visión personal generalmente se relaciona con una proyección de “a dónde quieres llegar en la vida”. Está centrado en establecer una visión personal de las metas que quieres alcanzar, qué quieres estar viviendo en diez años, y los muchos aspectos de nuestra vida aquí en la tierra. Aunque estas cosas son buenas en sí y no carecen de valor, para un hijo de Dios, el fijar una visión personal procede desde un aspecto totalmente diferente, para establecerse en una realidad que proviene de otra esfera. Para el hijo de Dios, una visión personal debería ser la imagen interior que él haya desarrollado de sí mismo, según los pensamientos y propósitos del Padre para su vida.

Una visión personal nunca debería ser una proyección fuera de nosotros mismos para alcanzar y adquirir “fuera de nosotros”, sino la co-cooperación interior con el Padre, nuestro Creador, y el Espíritu Santo. Ponernos de acuerdo con Él y eliminar toda influencia contraria a esa verdad, que puede venir en forma de pensamientos, actitudes, sentimientos, palabras, autopercepciones equivocadas, evidencias circunstanciales, queriendo encerrarnos en una visión personal limitada y reinventada de un alma no transformada.

Tú y yo no podemos vivir consistentemente de forma contraria a lo que creemos de nosotros mismos. Lo que creemos de nosotros mismos ha dejado una impresión interior, una imagen interior, podríamos decir, una visión personal de quienes nosotros vemos que somos. Es como una corriente en lo profundo del alma que genera una poderosa influencia como un imán, en momentos claves de la vida. Queriendo nosotros seguir en una dirección ya preestablecida, nos encontramos desviándonos a patrones de pensamientos y un sentir de “escasez y sin poder”, frente a la circunstancia. Cuando no hay una visión personal suficientemente fuerte en nuestro interior, esas influencias nos arrastran y somos atraídos como el metal al imán, para conformarnos a una realidad inferior. A veces simplemente perdemos un poco de nuestro valioso tiempo hasta que reaccionamos y volvemos a aferrarnos a la Palabra de nuestro Padre y nos plantamos allí en la fe; pero en otras, nos rendimos a esas corrientes, y en ocasiones perdemos totalmente el rumbo a donde el Padre nos estaba guiando.

Por ese motivo, vale el esfuerzo dedicar tu vida al desarrollo de una visión personal. Es una tarea de por vida, porque tú siempre estás siendo transformado en Dios por medio de la Palabra y por ende, tu visión personal de lo que el Padre piensa de ti y tiene para ti, se aclara con esas verdades que te liberan de las limitaciones de un alma en ignorancia.

Para considerar algunos puntos importantes acerca de una visión personal, interior y espiritual que proviene de la esfera del Padre, es importante establecer algunos valores y principios de su reino. Una visión personal está enfocada en “ser” quien eres; esa persona única, con un diseño especial y dotado para ocuparse del dominio del reino del Padre, que Él te confió. ¡Sí! Tú eres un hijo y eres una persona competente, ungida y fructífera en ese dominio que Dios te dio. ¿Qué es ese dominio? Es la esfera donde tú fuiste diseñado a dominar para el beneficio de otros. Cuando estás en tu “ser”, tu “hacer” fluye inconscientemente bajo esa identidad de un hijo de Dios empoderado y efectivo. Así que, para elaborar tu visión personal o para refinarla, enfócate en pensar, meditar e imaginar juntamente con la inspiración del Espíritu Santo para descubrir “quién eres en el Padre”. Veamos algunos puntos para trabajar sobre una visión personal.

Primero. Una visión personal no es una visión de lo que “tú” quisieras ser o hacer, teniendo el aporte de comparaciones con lo que otros son y hacen, y no es una visión basada sobre valores inferiores de lo que el mundo considera una “persona exitosa”. Una visión personal para el hijo de Dios, es ser congruente con la visión que el Padre tiene de ti. ¿Quién eres como hijo? Toma la Palabra para establecer el fundamento de tu visión personal para que lo que construyas sobre él, no se derrumbe bajo las presiones exteriores. Eres amado, perdonado, acepto, un hijo en quien el Padre se deleita. Eres competente, (no tienes por qué competir con otro), eres escogido (elegido por la mano del Padre, eres deseado), ungido (eres empoderado para ser quien eres) y estás completo en Cristo. Evita buscar fuera de ti imágenes que te definan, busca dentro de ti y en la Palabra, y permite que el Padre te revele quién eres en Él.

Segundo. Una visión personal debe ser desarrollada en un fluir de palabras que son sencillas y fáciles para ti imaginar y recordar. Cada hijo de Dios es único y lo que funciona para uno no siempre funciona para otro. Tú tienes una manera de expresarte, una manera que crea imágenes que te ayudan a visualizar lo que estás expresando. Escribe tu visión personal en palabras que son tuyas. No es lo poético de una visión personal lo que la hace poderosa, sino la creencia que tú tienes de ella porque es tuya.

Tercero. Una vez plasmada sobre papel, una visión personal debe ser impresa en nuestro entendimiento, en nuestro corazón. Esa es la parte más importante de una visión personal. Debe ser el sello a fuego en tu interior recordándote quién eres en la vida. Para lograr esto, debes ser diligente en meditar de día y noche en quién el Padre te reveló que eres. Meditar es pensar, hablarlo contigo mismo, es observar (relacionado con ver, lo que significa que debes activar tu imaginación). La meditación es clave para grabar tu visión personal en tu interior hasta que se convierta en una imagen interior.

“Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que observes, guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito. Porque entonces harás prosperar tu camino, actuarás con sabiduría y tendrás éxito.” Josué 1:8AMPC

La Biblia habla mucho de meditar y siempre está relacionado con una vida fructífera y plena. La meditación sobre tu visión personal te ayudará a renovar tu entendimiento con la luz de la verdad del Padre y eliminar las corrientes profundas del alma que sirven como anclas pesadas en tu diario vivir.

 Cuando realmente sabes quién eres en la vida y estás descubriendo tu lugar de dominio dentro del reino del Padre, nada podrá impedir que vivas tu realidad. Invierte el tiempo necesario para desarrollar una visión personal desde la esfera del Padre y vive la Plenitud que eres.

Apóstol Kimberly Angulo

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