Solo Capítulo 3 · EL PODER DE LA FE
..Es, pues, la fe la certeza de 10 que se espera, la convicción de lo que no se ve” (HEBREOS 11: 1).
- LA FE ES LA CERTEZA DE LO QUE SE ESPERA L a Biblia explica que la fe es la certeza de lo que se espera. La palabra “certeza” significa libase” o “título de propiedad”. En otras palabras, la fe es la base de lo que nosotros deseamos. Si tenemos en cuenta que la base es fundamental para que un edificio se afirme sobre la misma, la fe es fundamental para que podamos llevar a cabo nuestra
vida cristiana devocional con éxito. La fe también se asimila a un título de propiedad. ¿Qué es un título de propiedad? Es un papel en el que figura la pertenencia de un cierto terreno, un edificio o
una casa, según corresponda. Por lo tanto, la fe es la convicción que posees en tus manos como si fuese un título de propiedad, al orar con
un objetivo claro y concreto.
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Aunque nuestros ojos no observen ningún testimonio, ni nuestros oídos perciban palabra alguna, ni nuestras manos puedan alcanzar cosa alguna, y aunque nuestras sendas estén oscuras, si en lo profundo de nuestro corazón exclamamos If¡Ya estál”, el poder de la fe se activará, y te convertirás en un hombre transformado.
- LA FE ES LA CONVICCIÓN DE tO QUE NO SE VE
La fe es la convicción de lo que no se ve. Si la certeza de lo que se espera logra penetrar en lo más profundo de nuestro ser, contaremos con la convicción de que nuestros deseos ya han spdo manifestados en la realidad, y nos caracterizará una alta autoconfianza. La fe es el sentimiento de que nuestros deseos ya se han realizado en la realidad frsica. Precisamente, el Señ·or, al ver ITl;.I1cstra fe, nos bendice diciendo: “Y como creíste, te sea hecho”. Nada le será imposible p’ara l’a persona que tengas este tipo de fe. Si al orar, logras observar y visual:izanf algo que se encuentra fuera del mundo físico, no tedetengas, mas sigue manteniendo ese nivel de oración, pues ese es el tiempo y la oportunidad de derribar cualquier argumento de lo impo5ible. Aún hoyJesús nos dice:
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l/Si puedes creer, al que cree todo le es posiblel/ (MARCOS 9: 23).
- LA FE ES EL PODER DEL ESPÍRITU SANTO
Una vez que obtengamos la fe, es fundamental que desatemos el poder que hay en nosotros por medio de la confesión de la palabra. Por ejemplo, si padeces de alguna enfermedad y crees que has sido sanado en un momento de oración, te aconsejo que confieses de la siguiente forma: IIHe sido sanado completamente. Esta enfermedad es una mentira y una usurpación. Enfermedad, mentira y usurpación, te ordeno en el nombre de
Jesús, ¡fuera!” ¿En qué se basa esta confesión? ¿Tenemos autoridad para proclamar estas palabras? Por supuesto, la Palabra de Dios nos afirma claramente de la siguiente manera:
l/Mas e1 herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre e1, y por su 11aga fuimos nosotros curados” (1 SAlAS 53:5).
l/Por lo tanto, os digo que todo lo que pidireis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrál/ (MARCOS 11 :24).
lIiPor la llaga del Señor, he sido sanado! ¡No tengo
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nada que ver con la enfermedad! ¡Soy sano!” Si confesamos por fe, basándonos en las promesas de nuestro Señor, el Espíritu Santo desatará el poder de la sanidad divina. Pero si aún teniendo fe, confesamos palabras negativas tal como: “No creo en la sanidad. Seguiré enfermo”, el poder de la sanidad del Espíritu Santo no se desatará y no ocurrirá ningún milagro. En cada área de la vida cristiana, este principio también puede ser aplicado efectivamente. Al ofrendar y diezmar, debemos desatar la bendición de la prosperidad por medio de la confesión de la Palabra, una vez que tengamos fe. La Biblia nos dice que:
l/De cierto os digo que todo lo que atéis en la tierra, será atado en el cielo; y todo lo que desatéis en la tierra, será desatado en el cielol/ (MATEO 18: 18).
Si vamos a las escrituras originales griegas, notaremos que el tiempo del versículo citado es IIpasado”. En otras palabras, esto significa que el resultado ya ha sido manifestado. IISoy bendecido”. IISoy sano”. ‘Ya tengo la victoria en Cristo Jesús”.
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En la confesión de la palabra esta el secreto par;¡ desatar el milagro de Dios.
- LA FE DEBE COINCIDIR CON EL LENGUAJE
El fracaso de parte de muchos cristianos se debe a la no coincidencia entre la fe y el lenguaje dentro de una misma personalidad. En el momento del culto, todo parece estar bien, a tal punto de que el creyente se siente capaz de mover montañas; sin embargo, al salir por la puerta de la iglesia, se deja inundar por los pensamientos negativos, y pierde de esta forma toda energía creativa. ¿Deseas crecer espiritualmente sin ningún tipo de limitaciones? Entonces, no debes dudar de que Dios es capaz de cambiar tu familia, tu estilo de vida, tus finanzas y tu destino, porque el milagro está por venir. Desata el poder de fe que hay en ti por medio de la oración y la confesión de la palabra. Tu destino, más todo lo que lo rodea, cambiará. La Biblia nos promete lo siguiente:
‘Te abrirá Jehová su buen tesoro, el cielo, para enviar la lluvia a tu tierra en su tiempo, y para bendecir toda obra de tus manos. Yprestarás a muchas naciones, y tú no pedirás prestado. Te pondrá Jehová por cabeza, y no por
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cola; y estarás encima solamente, y no estarás debajo, si obedecieres los mandamientos de Jehová tu Dios, que yo te ordeno hoy, para que los guardes y cumplas, y si no te apartares de todas las palabras que yo te mando hoy, ni a la diestra ni a la siniestra, para ir tras dioses ajenos y servirles” (DEUTERONOMIO 28:12-14).
Aférrate a esta promesa. Estoy seguro que la bendición del capítulo 28 del libro de Deuteronomio abundará sobre tu vida, tu familia, tu trabajo y sobre todas las cosas. Gozará de victoria todos los días, desatarás el poder de fe a través de la confesión de la Palabra.
- LA FE DEBE MOSTRARSE
Un día un alpinista escalaba un gran monte. Al resbalarse, perdió totalmente el equilibrio. Y al caer logró en una fracción de segundos, aferrarse a una ra~a. D~ repente, tuvo miedo y gritó:
– ¿Hay alguien ahí? ¡Socorro! De repente, vino una voz que decía: – Estoy aquí. Soy tu Dios. – Oh, ¡Dios! ¡Qué alegría verte aquíl ¡Sálvame, por favor!
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– ¿Quieres que te salve? Pero antes de eso, necesito hacerte una pregunta. ¿De verdad me crees? – ¡Por supuesto que sí! Soy cristiano… vaya la iglesia todos los domingos… ¡soy líder de células! – Bien. Entonces, ¡suéltate de esa rama ahora mismo! – ¿Qué? ¿Qué has dicho? – Si en verdad me crees, quiero que te sueltes de esa rama. Esta indicación dejó sin palabras al alpinista. Poco tiempo después gritó aún más fuerte: – ¿Acaso no hay otro que me ayude por ahí?
La fe es una acción. La fe no es una simple expresión vocal. La fe es una decisión voluntaria que se manifiesta a través de la capacidad de aferrarse en lo invisible. La fe es manifestada a través de los actos. Si nos fijamos muy atentamente en la Biblia, nos daremos cuenta que jesús siempre veía la fe de las personas antes de obrar un milagro. Fue el día de la visita de jesús a la casa de la suegra de Pedro. Multitudes habían venido a este lugar debido a la fama de jesús. La casa se lleno en poco tiempo, a tal punto que no había lugar ni para una persona más, y muchos tuvieron que quedarse en el patio. Dentro de esa multitud, estaba un paralítico que había
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venido ayudado por cuatro amigos. Pero la circunstancia se presentaba cada vez más desalentadora, pues la gente bloqueaba los accesos para llegar al Señor. No obstante, los cuatro amigos, que creían que su amigo paralítico sería sanado tan solo con acercarse a jesús, decidieron romper el techo de la casa. Se oyó un ruido extraño desde el tejado. Y cayó polvo sobre la cabeza de los presentes. La gente murmuraba, se preguntaban qué sería todo este alboroto. Sin embargo, estos amigos siguieron rompiendo el techo, hasta lograrlo. Luego empezaron a bajar el lecho donde estaba acostado el paralítico. jesús observaba atentamente todo el acontecimiento. La Biblia describe este momento desde el punto de vista de jesús de esta manera:
“Al ver e11aJe de el1os” (LUCAS 5:20).
Dice la Palabra claramente que jesús vio la fe de los amigos del paralítico. jesús, al ver su fe, dijo al paralítico:
“Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (LUCAS 5:24).
De repente, ocurrió el milagro. ¡El paralítico se levantó y estaba completamente sano! El apóstol Pablo, mientras estaba en la ciudad de
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Listra, también hizo lo mismo. Al predicar la Palabra, observó a un cojo de nacimiento, y vio en él que había fe para ser sanado. Y le dijo: “¡Levántate derecho sobre tus pies!” Y el cojo saltó, y anduvo. ¿Puedes entenderlo ahora? Dios primeramente observa nuestra fe, antes de obrar un milagro. Santiago 2: 17 dice: “La fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”. Dios observa la fe que tiene acción, y obra el milagro sobre ella.