¿Qué sucede cuando nos encontramos estancados en nuestro rol de ministros? ¿Significa que no fue la voluntad del Padre, o que no fuimos llamados a esto? ¿Pueden otros impedir nuestro fruto como ministros? O, ¿puede ser que simplemente tengamos que captar o volver a conectarnos con principios sencillos, pero sumamente importantes, que nos permitan fluir en la gracia que el Padre puso dentro de nosotros?
Ser ministro de un encuentro de amistad es estar en liderazgo de servicio y esto es un gran privilegio. Ser escogido por el Padre para servir a sus intereses más valiosos (las personas); es ser elegido como la persona más importante en un equipo. Él te escogió por quien eres, un hijo amado, capacitado y equipado. Tu éxito y fruto están garantizados en Él. Los siguientes puntos pueden ayudarte a fluir en tu rol con una libre confianza que te permitirá gozar del hermoso fruto.
1. Saber por qué hago lo que hago. ¿Por qué soy ministro?
– Somos hijos en la familia, llamados a un rol y función dentro de la visión. Ser hijos es nuestra identidad, y ser ministros es un rol y función de la visión en la que somos ungidos y calificados para vivir y dar fruto.
– Cuando eres, te es fácil fluir en el hacer. Cuando no te ves como un ministro competente de un nuevo pacto, la “sensación” de escasez o que te falta algo, surge cada vez que no alcanzas tus expectativas o cada vez que sucede algo que atenta contra esa verdad.
– Eres ministro porque eres llamado a: 1) Hacer la obra del ministerio (Efesios 4:12). 2) Al ministerio de la reconciliación (II Corintios 5:19-20). Reconciliamos vidas a Cristo, a su identidad, su valor verdadero, su propósito, salud, familia bendita, etc.
Reconocer por qué haces lo que haces aporta el valor, significado y visión necesarios para tener confianza plena en tu rol de ministro. Eres un hijo llamado a servir.
2. “Recibir” la verdad del Padre y creerla. Muchos intentan creer una verdad y la declaran para alcanzar esa realidad, pero nunca aceptaron de todo corazón esa verdad. Ejemplo: Nunca aceptaron que son realmente llamados a ser ministros fructíferos. Nunca tomaron la verdad de que son valiosos dentro de la visión; ungidos, capaces y que el Padre los ve exitosos. Marcos 4:20 y Juan 1:12, hablan de “recibir” y la consecuente manifestación que esto trae en la vida de aquel que “recibe”. Muchos hijos de Dios quieren creer lo que nunca recibieron.
– Si recibes lo que el Padre dice de ti y lo aceptas, lograrás verte como el ministro que eres. Esto te motiva a la acción y a no aceptar cualquier circunstancia que diga lo contrario. Ejemplos: «No tengo una casa donde hacer el encuentro». «Me faltan 2 ministros potenciales para la multiplicación». «Hay una baja asistencia en el encuentro». «No me gusta la planificación y no tengo deseo de hacerla».
– Cuando recibes lo que el Padre dice de ti, puedes creerlo. Cuando lo crees, puedes verlo y una visión interna de quién eres es más poderosa que lo externo.
– ¿Has recibido conscientemente en tu espíritu tu herencia en el rol de ministro? ¿O estás intentando ser exitoso con tus fuerzas?
Cuando has recibido en tu espíritu el rol de un ministro fructífero como herencia, con la provisión de la gracia del Padre, puedes dejar fluir esa gracia en un poderoso caudal que manifiesta el fruto de quien eres.
3. Vivir tu identidad de hijo, con la autoridad que tienes en Cristo, para participar de la herencia (Colosenses 1:12).
– La visión conlleva la provisión para TODO lo que necesitamos a fin de llevar a cabo el ministerio de la reconciliación. Hay una multitud de personas que necesitan lo que tú tienes. No vas a afectar a toda la multitud, sino a aquellos que ya están en tu interior por ese llamado del Padre; pero debes salir al encuentro, dejando fluir esa gracia en las obras ya preparadas.
1. Compartiendo buenas nuevas. PREDICAR: hay mies madura. ¿Estás viendo qué falta todavía? ¿O estás siendo audaz en autoridad al hallar ese fruto maduro en tu entorno? No hay que esperar. Hay que salir a cosechar.
2. Cuidando a las personas. PASTOREAR: el pastoreo efectivo sucede cuando veo a las personas como el Padre las ve y quiero ayudarles a descubrir esa verdad en una vivencia diaria. El pastoreo efectivo no es igual a que las personas vuelvan al encuentro cada semana, simplemente porque envío un mensaje de texto. El pastoreo efectivo en la vida de una persona es:
- Conocer en qué áreas necesita transformación para que pueda comprobar la buena voluntad del Padre.
- Motivarle a que anhele más y estar soltando gracia sobre su vida en oración.
- Tener contacto personal, escucharle y después suministrar la gracia del Padre.
- Invertir en ellos a través de una visita con propósito, no simplemente pasar a verlos.
3. Activando el encuentro para hacer la obra del ministerio. PREPARAR: es activar a los miembros en la vivencia del cuerpo de Cristo.
- Hacerles partícipes del fluir de la gracia de Dios dentro del encuentro. Delego, pero explico el propósito de lo que delego. Invito a miembros a acompañarme para que vivan el gozo de ver a otros experimentar libertad, sanidad y transformación.
- Ayudarles a comprender que, dentro de su identidad de hijos de Dios, también tienen una función dentro del cuerpo de Cristo.
- Involucrarlos en el pastoreo. Ayudarles a asumir responsabilidad en el cuidado de las personas. Si aprenden a hacer un rompehielos, una bienvenida o compartir el tema y no han aprendido a cuidar a la gente, no estás activándolos en su propósito, el cual se vive al «amar a Dios y amar a la gente».
¿En qué te vas a enfocar en esta semana?
Eres un ministro competente. Recibe en tu espíritu esa realidad y déjala fluir.
Cuando eres, eres.