Resumen: Existen tres tipos de intimidad que todo matrimonio debe conocer: intimidad
espiritual, intimidad emocional e intimidad física. Entender y disfrutar de cada una ellas
periódicamente es la clave para satisfacer las necesidades de ambos esposos, lo que
permitirá asentar las bases de una relación saludable a la manera de Dios.
(Acceda a la parte 1 de este artículo desde aquí)
Las necesidades del corazón.
Al pecar Adán y Eva, la primera intimidad que se desbarató fue la espiritual y, a partir de ese
momento, entró la confusión en las otras dos. Se distorsionaron los conceptos de una
verdadera intimidad emocional y física. Al excluir a Dios de sus vidas, la tendencia natural
fue tratar de sustituir lo que el Padre les proporcionaba a través de la intimidad espiritual
con algo fuera de Él. Como consecuencia del intento del hombre por satisfacer lo espiritual
con lo natural (relaciones físicas, emocionales, propósitos, etc), se produjeron
bloqueos/maldiciones.
El bloqueo/maldiciones.
Enumeremos las maldiciones atraídas sobre Eva según Génesis 3:16: “En gran manera
multiplicaré tu dolor de parto”, “tendrás deseo sobre tu esposo pero él tendrá dominio sobre
ti”. Esto quiere decir que, fuera de Dios, la mujer tratará de llenar su vida desde lo
relacional.
En cuanto al hombre, vemos las maldiciones que vinieron sobre él en Génesis 3:17-19:
“Entonces dijo a Adán: Por cuanto has escuchado la voz de tu mujer y has comido del árbol
del cual te ordené, diciendo: “No comerás de él”, maldita será la tierra por tu causa; con
trabajo comerás de ella todos los días. Espinos y abrojos te producirán, y comerás de las
plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra,
porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás”. El cometido de Adán era
gobernar la tierra y cuidar del Jardín. Por eso, la maldición para el hombre recae sobre lo
que llamamos propósito, y es con eso con lo que intentará llenar su vida.
Sabiendo esto, podemos identificar el deseo de la mujer de completar su vida desde lo
relacional, como la necesidad de obtener seguridad y amor, mientras que la búsqueda de
propósito en el hombre la interpretaremos como el afán de alcanzar significado y valor.
Dos necesidades básicas en el corazón del hombre y la mujer.
Amor y seguridad, valor y significado. Estas son las necesidades básicas que cada ser
humano intenta encontrar. En el hombre, el anhelo de significado es superior a su deseo de
amor. En la mujer, el amor se antepone a la búsqueda de significado. ¿Cómo sabemos
esto? Si vamos a Efesios 5:22-23, el apóstol Pablo sostiene, no como algo opcional, que el
hombre ame a su mujer. Esto mismo no se lo dice a la mujer. A ella le enseña que se
someta a su marido (versículo 33), que lo respete, como se cita en otras traducciones
bíblicas. Que él ame y que ella respete. Estos mandamientos, por consiguiente, exponen las necesidades principales de sus corazones.
Como comentábamos, la mujer ansía encontrar el amor para completar su vida. Si no lo
cree, ¿por qué el 95% de los libros de género romántico son adquiridos por mujeres? El otro
5% de las ventas son hombres enviados por sus mujeres a comprarlos ☺. Okey, realmente
no sabemos a quién se refiere ese 5% restante, pero hasta la fecha no he escuchado a
ningún varón decir, “Pastor, fíjese, compré un libro muy romántico”. Lo que sí está claro, es
que la mujer es movida por el amor. Por amor se queda, sufre y es capaz de aguantar más
que su compañero en una relación. El hombre, por el contrario, ambiciona de tal manera el
valor y el significado que buscará obtenerlos a través de sus logros, su físico, el dinero, el
poder, la fama, las mujeres, etc.
Cuando estos dos individuos comparten una relación, el objetivo principal es enfocarse en
solventar sus necesidades. Dios puede satisfacer la intimidad espiritual, pero no puede
hacer nada respecto a la emocional o a la física. Por eso, Él mismo dijo: “No es bueno que
el hombre esté solo…” (Génesis 2:18), aún cuando todo era perfecto y no había pecado.
Bajo este principio creó la unión matrimonial, para la satisfacción de las intimidades
emocional y física.
hombre ame a su mujer. Esto mismo no se lo dice a la mujer. A ella le enseña que se
someta a su marido (versículo 33), que lo respete, como se cita en otras traducciones
bíblicas. Que él ame y que ella respete. Estos mandamientos, por consiguiente, exponen las
necesidades principales de sus corazones.
Como comentábamos, la mujer ansía encontrar el amor para completar su vida. Si no lo
cree, ¿por qué el 95% de los libros de género romántico son adquiridos por mujeres? El otro
5% de las ventas son hombres enviados por sus mujeres a comprarlos ☺. Okey, realmente
no sabemos a quién se refiere ese 5% restante, pero hasta la fecha no he escuchado a
ningún varón decir, “Pastor, fíjese, compré un libro muy romántico”. Lo que sí está claro, es
que la mujer es movida por el amor. Por amor se queda, sufre y es capaz de aguantar más
que su compañero en una relación. El hombre, por el contrario, ambiciona de tal manera el
valor y el significado que buscará obtenerlos a través de sus logros, su físico, el dinero, el
poder, la fama, las mujeres, etc.
Cuando estos dos individuos comparten una relación, el objetivo principal es enfocarse en
solventar sus necesidades. Dios puede satisfacer la intimidad espiritual, pero no puede
hacer nada respecto a la emocional o a la física. Por eso, Él mismo dijo: “No es bueno que
el hombre esté solo…” (Génesis 2:18), aún cuando todo era perfecto y no había pecado.
Bajo este principio creó la unión matrimonial, para la satisfacción de las intimidades
emocional y física.