Una pareja se presentó ante un consejero matrimonial, debido a que estaban atravesando por serios problemas. Discutían intensamente entre ellos ante la mirada de aquel hombre.
El varón le decía, “Es que nada te satisface, nunca estás feliz. Todo el tiempo andas quejándote y ya no quieres tener relaciones íntimas. Siempre soy yo el que tiene que iniciarlas y tú eres siempre la que las rechaza”. Ella le replicó, “Eres tú el que no me
entiende. Siempre es lo mismo contigo. Todo lo que te preocupa es tu trabajo, el fútbol, tus
amigos, la comida y el sexo. Te lo repito una y otra vez y no me escuchas, ni me entiendes”.
Ambos se encontraban atrapados en un círculo vicioso de continuos ataques, sin satisfacer
sus necesidades como matrimonio y a punto de divorciarse.
He visto repetirse esta misma historia en matrimonios con Dios y sin Dios. Por lo general, la mayoría de los casos que asisten a consejerías matrimoniales son parejas en situaciones
de infidelidad o con claras intenciones de romper su compromiso. En mi experiencia, el
motivo de una infidelidad y de otros problemas dentro de la relación, es la incapacidad de
comprenderse el uno al otro y de saber cómo satisfacer mutuamente sus necesidades.
Podemos dividir estas necesidades en tres partes: intimidad espiritual, intimidad emocional
e intimidad física. Juntas son las bases del matrimonio de la manera en la que Dios lo diseñó. Si alguna de ellas no está llevándose a cabo, el matrimonio tiende a desbaratarse
hasta el punto de llegar a ser dos prisioneros en la misma cama y en la misma casa. Lo
peor de todo es que, estos dos prisioneros, están envueltos en una guerra de acusarse y
lastimarse mutuamente. Es un cuento de nunca acabar.
Entonces, ¿Cómo podemos convertir ese campo de batalla en la relación que tanto
anhelamos? ¿Cómo puede un hombre entender y satisfacer las necesidades más íntimas
del corazón de su mujer? ¿Cómo puede una mujer satisfacer las necesidades de un hombre? (Mujeres, no me refiero únicamente en el ámbito sexual) ¿Cómo se puede salir del círculo vicioso de atacarse en vez de amarse? Hoy empezaremos una jornada en la que explicaremos cómo llegar a esa unión tan anhelada donde, tanto el hombre como la mujer, estén satisfechos mutua y profundamente, pudiendo disfrutar de una relación mucho mejor de la que tuvieron en el noviazgo.
El problema de la ignorancia
Cuando uno tiene una herramienta o aparato nuevo y no sabe cómo utilizarlo correctamente, corre el riesgo de abusar de su uso sin ni siquiera sacarle el máximo
provecho, pudiendo incluso, llegar a descomponerlo. Lo mismo sucede cuando uno no
entiende el diseño original del matrimonio. Las parejas que no lo entiendan tendrán
problemas, aún cuando sean muy espirituales. La ignorancia, en este caso, puede matar tu
relación o mantenerla en un estado miserable. Para evitarlo, debemos adquirir sabiduría y
entendimiento acerca de cómo funciona el matrimonio de acuerdo al diseño de Dios.
El doctor Myles Monroe comentó en una ocasión en referencia a la unión conyugal, “El amor no es suficiente para que tu matrimonio funcione, si así fuera la gente que se casa nunca se divorciaría”. Proverbios 24:3 dice, “Con sabiduría se edifica una casa, y con entendimiento se afianza”. Es necesario tener conocimiento de cómo funciona el matrimonio y cómo aplicar lo que se entiende. En resumidas cuentas, la ignorancia en el amor te destruye, por lo tanto es importante adquirir sabiduría y entendimiento para poder permanecer estables en una relación.
Definiciones y funciones de las tres intimidades.
La intimidad espiritual te conecta con Dios para entender quién eres, cuál es su voluntad,
cómo te diseñó, para qué lo hizo… Esta intimidad trae revelación de que Él es el que llena
tu vida y Él es el único que la puede completar. La intimidad espiritual también te ayuda a
comprender el diseño de tu pareja para poder edificarla de acuerdo al diseño original del
Padre.
La intimidad emocional es la habilidad de generar un ambiente de total transparencia de
tal manera que se puedan comunicar sentimientos, necesidades y deseos, sin preocuparse
de ser burlados, rechazados o de que lo compartido sea usado en contra en el futuro.
La intimidad física es la ministración física o sexual que integra lo espiritual y emocional.
Una persona que practica la intimidad espiritual y emocional, tendrá mejor y más satisfactorias relaciones sexuales. En definitiva, es la composición de ambas intimidades culminando en el acto físico. Para entender el diseño original, tenemos que ir al manual del diseñador. En el jardín del Edén, había un ambiente ideal entre una pareja y Dios. No había pecado y todo funcionaba de acuerdo al diseño de su Creador. El matrimonio entre Adán y Eva (Génesis 2 y 3) era perfecto, pues no tenían suegros ni cuñados ☺. ¡Qué felicidad! Okey, estoy bromeando. Ambos gozaban de una relación ideal que cumplía los tres tipos de intimidad: intimidad con el Padre, intimidad emocional e intimidad física.
En el jardín todo estaba provisto: Adán y Eva no echaban nada en falta. Disfrutaban de una
relación diaria con el Padre y su satisfacción e identidad estaban en Él. Cada uno entendía
el propósito y el rol que su Creador les había dado. Todo estaba perfectamente diseñado
para funcionar tal como había sido creado. Hasta que se le dio acceso al pecado
corrompiendo el diseño original.