Hay un requisito sumamente importante para poder vivir una vida saludable.
Lo encontramos en Proverbios 4:23
Dice que «sobre toda cosa guardada, debemos GUARDAR nuestro corazón, porque de el fluye vida».
Fíjense que nos dice «guarda», o sea, es totalmente nuestra responsabilidad guardarlo.
¿Qué debemos hacer? ¿Cómo lo guardamos?
¡Fácil! Debemos cuidar lo que oímos, vemos y hablamos.
A veces no hablamos, pero damos nuestro oído; a veces no damos nuestro oído, pero miramos. Cuando damos nuestro oído a cosas que no edifican nuestra vida, nos contaminamos y esto también afecta nuestro entorno. Recuerda que somos responsables de lo que dejamos entrar.
Lucas 6:45, dice que «de la abundancia del corazón habla la boca».
Entonces, una persona que guarda en su corazon dolor, ¿qué es lo que va a hablar? Dolor.
Alguien que guarda en su corazón frustración, habla frustración.
Alguien que guarda rencor, habla rencor… y así con otros sentimientos.
Visto de otro lado, una persona que guarda amor, ¿qué va a hablar? Amor.
Una que guarda perdon, habla perdón.
Alguien que guarda su corazón siempre piensa y habla bien, porque habla de lo que hay dentro.
Este tiempo he estado meditando en tres principios que nos ayudan a guardar nuestro corazón.
- No hablar de terceros.
- Confidencia.
- Transparencia.
Si practicamos esos principios en nuestra vida diaria, nos solo guardarémos nuestro corazon, sino que podemos ayudar a otros a que también aprendan a guardar el suyo.
Te daré un ejemplo.
Muchas veces, como padres, no cuidamos el corazón de nuestros hijos cuando hablamos mal de algo o de alguien. Eso los lleva a tener una perspectiva totalmente errónea de la persona o de lo que hablamos mal.
Cuando mis hijos eran pequeños, y uno quería venir con un cuento de algo que su hermano hacía, le preguntábamos: ¿tú estás haciendo bien? Y ahí se terminaba la charla.
No les permitimos hablar de otros, y esto se hizo un estilo de vida en la familia.
Realmente, deberían ser un estilo de vida en nosotros estos principios.
Ahora, quiero hacer una aclaracion.
No es lo mismo «guardar» el corazón que «protegerlo».
Usted pensará: «Es lo mismo».
No, no es así.
Guardarlo es decidir qué es lo que yo permito que entre en él.
Protegerlo es poner una coraza o barrera para que nadie me lastime más, haciendo responsable a otro de la condición de mi vida.
Por eso la Palabra nos dice «guarda», no «protege».
Eso nos lleva a ser nosotros los únicos responsables de nuestra vida.
Entonces, entendiendo la diferencia entre guardar y proteger, ¿qué vas a hacer con tu corazón? ¿Lo vas a guardar o proteger?
¡Haz de esos tres principios tu estilo de vida!