Extraído de la celebración del viernes 10/10 – El Testimonio de su gracia.
He visto a muchos hijos e hijas de Dios arrastrando áreas de su vida que deberían estar avanzando. Negocios que no prosperan, matrimonios sin alegría, jóvenes sin sueños. Pero déjame decirte algo: eso no forma parte de tu diseño. Esa limitación no viene de Dios, sino de una influencia que intenta apagar lo que Él depositó en vos.
Una de las influencias más sutiles del enemigo —que no es una persona, sino un sistema caído que se opone a los principios del Reino de Dios— es hacerte creer que no podés soñar, avanzar o proyectarte hacia el futuro.
Ese sistema busca mantenerte cansado, preocupado, dependiente del esfuerzo humano, sin confiar en la abundancia de la gracia. Pero cuando la fe despierta, algo cambia.
Fe es confianza, y la confianza te lleva a actuar. Cuando decidís poner tu vida, tu familia y tu economía en Cristo, no te quedás esperando: te movés en la dirección de lo que Él ya declaró sobre vos. Porque donde hay fe, hay acción, y donde hay acción, Su gracia se manifiesta.
Durante años, muchos han vivido bajo la influencia de ese sistema caído: el sistema del esfuerzo, de la escasez, del “no puedo”, del “no alcanza”. Pero nosotros no pertenecemos a ese orden.
Fuimos llamados a vivir en el sistema del Reino, donde todo florece bajo el gobierno del Padre. Por eso te invito a mirar tu entorno y reconocer qué cosas necesitan avanzar. Puede ser tu hogar, tus relaciones, tus pensamientos o incluso tu manera de administrar.
Cuando tu mente está gobernada por el sistema del mundo, todo se vuelve pesado. Pero cuando tu interior se alinea con la gracia, aparece la liviandad, el gozo y la abundancia.
No es el título, no es el esfuerzo, es el Espíritu Santo el que ilumina tu entendimiento, te da sabiduría y te permite destacar donde otros solo sobreviven.
Esa es la evidencia de vivir desde el Reino: no arrastrar la vida, sino gobernarla desde la gracia.
La gracia siempre deja evidencia.
En la Biblia, las iglesias de Macedonia —de las que habla el apóstol Pablo en 2 Corintios 8:1-2—, aun en medio de la dificultad, se llenaron de un gozo tan profundo que los llevó a una generosidad desmesurada.
Eso es lo que sucede cuando vivís libre del sistema caído: tu alegría y tu confianza se vuelven más fuertes que las circunstancias.
Jesús mismo oró al Padre diciendo: “No te pido que los saques del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17:15).
¿Por qué? Porque el propósito no es escapar del desorden, sino traer orden. No es huir de las tinieblas, sino manifestar la luz (Mateo 5:14-16).
El Reino no se retira, se expande. Y cada vez que tu alma prospera —como declara 3 Juan 1:2—, todo lo demás prospera con ella: la salud, la familia, la economía y la paz interior.
Hoy quiero alentarte con el sorprendente testimonio de Su gracia.
Esa gracia que no fue en vano en mi vida, y que tampoco lo será en la tuya.
Ella te va a levantar, te va a sanar, te va a prosperar en todas las cosas y va a hacer visible el Reino en tu entorno.
Dejá que Su gracia sea evidente en tu casa, en tus relaciones, en tus decisiones.
Porque cuando dejamos el sistema caído y elegimos vivir desde el Reino, la vida se ordena, el gozo vuelve y el propósito se enciende.
Su gracia no fue en vano… y no lo será en vos.




